Para una cartografía de la digestión

Para una cartografía de la digestión

Cholet, Estienne. 1881 (1603). Remarques singulières de Paris. British Library.

El trazado y la representación del cuerpo humano y de las ciudades han tenido un desarrollo paralelo, al menos desde el nacimiento de la biopolítica. Con biopolítica nos referimos a una forma de gobierno sobre lo vivo que nace a partir del s. XVI y que tendrá en el espacio urbano uno de los ámbitos privilegiados de ejercicio del poder, y el sistema circulatorio de la sangre descubierto por Willian Harvey como paradigma para sus técnicas de gobierno. Como señala Foucault (2006, pp. 29-35), situar la ciudad como espacio de circulación permitirá gobernar los principales problemas que se le presentan al poder soberano a través del control sobre la intensidad de los desplazamientos, mediante canalizaciones, muros, carreteras o alcantarillas. Circulación de personas, pero también de ideas, mercancías y órdenes. El territorio es cartografiado en base a cuadrículas que se distribuyen a partir de arterias jerarquizadas. Cuadrículas que son fijadas a la población y sus actividades. Podríamos decir que esas cuadrículas operan como cajas negras (Latour, 1992), que solo se intuyen por aquello que dejan circular en el espacio urbano. Un espacio urbano representado y producido de acuerdo con un modelo de circulación necesita que los alimentos, los hogares y los humanos operen como cajas negras: modulando los accesos a las ciudades y especialmente a los hogares a través de puertas y a los cuerpos humanos a través de bocas y anos disciplinados. En este texto queremos plantear una cartografía que nos ayude a abrir esas cajas y poder repensar así el vínculo entre alimentación y cuidad.

Vesalius, Andreas. De humani corporis fabrica libri septem, 1543. National Library of Medicine.

 

Desde las cartografías de la circulación, la alimentación de las ciudades puede así trazarse de acuerdo con líneas de circulación que se recogen en el plano, líneas de contacto de la ciudad con su entorno, líneas de desplazamiento y de provisión de alimentos; en suma, líneas que concentran capital ahí donde se intensifican las relaciones. La atención a la dimensión alimentaria de las ciudades permite, sin embargo, trazar unas líneas de fuga (Deleuze & Guattari, 2015, pp. 9-31) que invitan a otras formas de cartografiar la ciudad. Las ciudades infraestructuran la relación con la alimentación y, por tanto, también el modo en que nos hacemos cargo de ella (Corsín Jiménez, 2018). Las líneas maestras de las cartografías de la circulación dificultan que nos hagamos cargo de los problemas del origen y el destino de la producción alimentaria. Necesitamos una nueva cartografía, isomorfa a los flujos de alimentación que nos permita hacernos cargo de ella: cartografías de la digestión.

Una cartografía de digestión debe atender a las líneas de fuga que las pulsiones circulatorias de la ciudad tratan de doblegar. La pandemia del COVID-19 y las técnicas de gobierno desplegadas para hacerle frente revelan el paradigma circulatorio que se impuso tanto en las directrices gubernamentales como en las cocinas de los hogares. Al igual que sucediera con las medidas contra la peste decretadas en el s. XVIII (Foucault, 2003), el control sobre la circulación y el encierro de la población en sus hogares permitía cuadricular el contagio. En los momentos más duros del confinamiento, la circulación se limitaba a las “actividades esenciales”, muy en especial a la compra de alimentos. El comer y cocinar también se cuadriculó en torno a las zonas de confort que configuraron en los hogares, con sus respuestas fundamentalmente preservacionistas. La elaboración y consumo masivo de la llamada comfort food o comida refugio, con el fin de preservarnos del exterior, “embadurnados de harina”, como decía la canción de Vainica Doble. Todo ello responde a la cuadrícula del modelo circulatorio y, sin embargo, no deja de sugerir líneas de fuga soterradas que merecen ser cartografiadas.

El COVID-19 desplegó líneas de fuga alimentaria sobre el plano de las ciudades, líneas que superan las fronteras entre especies, entre viviendas, entre el hábitat forestal y el crecimiento de las ciudades. Líneas de solidaridad y apoyo como las que se desplegaron en los barrios más populares (Corsín & Franco, 2023). Líneas de vuelo como la que traza un murciélago en el aire y termina desencadenando una epidemia (Malm, 2020). Una cartografía de la digestión se arriesga más allá de la zona de confort de la cuadrícula, para adentrarse en zonas críticas (Latour, 2019).

Ahora bien, esas zonas críticas lo son porque permanecen ocultas como consecuencia del trabajo arquitectónico y urbanístico de la circulación. Mark Wigley entiende la arquitectura como un sistema digestivo que establece las diferencias entre el interior y el exterior de los hogares, ensambla la boca y el ano, contenidas y contabilizadas en la cuadrícula del modelo circulatorio, con los conductos del edificio (2022). La arquitectura contribuye a la circulación excretando los residuos alimentarios que pasan por el cuerpo a través de la trama de tuberías y canalizaciones. Una cartografía de la digestión debería tener en cuenta el laberinto de tuberías que se superpone a la construcción sobre el plano, las infraestructuras soterradas que se hacen cargo de los residuos que producimos, frente a las superficies en que se desplazan objetos inertes. Una cartografía de la digestión se sitúa en los espacios liminares y trata de seguir el rastro a los alimentos y residuos antes de que se salgan del plano.

Vesalius, Andreas, 1543. De humani corporis fabrica libri septem. National Library of Medicine.

Shone, Issac. 1887, The main drainage of the Houses of Parliament, Westminster, on the Shone Hydro-Pneumatic System. Wellcome Library.

 

Iniciativas como los bancos de alimentos o los comedores sociales nos brindan un ejemplo de esas formas de digestión soterrada, que extienden a lo largo y ancho de la ciudad deliberaciones—y deliveries—que permanecían acantonadas en el hogar. Son infraestructuras colectivas que tratan de rescatar alimentos de la circulación antes de que se echen a perder. De la circulación de bienes, pasamos a una logística de los alimentos, que pasan por zonas críticas, en una lucha contra el tiempo, el calor, la humedad, la descomposición; alimentos que requieren de frigoríficos, envases y constantes reajustes que sostienen las cadenas de suministro. El siguiente organigrama retoma el mapeo que se realizó para tratar de situar las inicativas surgidas para garantizar el derecho a la alimentación en la ciudad de Madrid, a partir de la logística de los alimentos (Amezaga et al., 2019). Desde una cartografía de la circulación, solo podríamos rastrear la línea horizontal de los alimentos, desde su aparición en la ciudad y su desaparición en vertederos y sumideros, pasando por el consumo en hogares. Desde una cartografía de la digestión, por contra, podemos reconocer líneas de fuga por las que los alimentos se cuelan y se recuperan, como las donaciones de excedentes alimentarios, para terminar en bancos de alimentos y comedores sociales que evitan que se echen a perder. Si la digestión humana es un proceso extraordinariamente adaptable que disgrega y agrupa los componentes en función de los alimentos disponibles para tratar de sacarles el mayor provecho (Steel, 2022, pp. 73-76), este tipo de iniciativas funcionan de manera análoga, al reconectar el exceso de un lugar (desechos alimentarios) con la carencia de otros (hambre y necesidad). Cuando fallan las formas habituales de provisión de la alimentación, es cuando se hacen visibles las complejas cadenas logísticas soterradas.

Amezaga, Asier et al. 2019. El derecho a la alimentación en la ciudad de Madrid. Ayuntamiento de Madrid.

 

Al igual que sucede con las líneas de consumo y desecho, el soterramiento arquitectónico de los aparatos digestivos contribuye a reforzar la excepcionalidad humana que nos separa de otros seres vivos. Para superar esta excepcionalidad, Annemarie Mol (2021) vincula el pensar con el comer. Extendiendo su propuesta a la ciudad, podemos delinear aquellos aspectos que una cartografía de la digestión podría recoger. Mientras circular implica desplazar el cuerpo de un lugar a otro, digerir implica permear el entorno a través del cuerpo: es hacer cuerpo con el entorno y el entorno con el cuerpo.  Mientras circular ahonda en la asimetría entre humanos que se mueven y no humanos que son movidos, en la digestión el cuerpo que está digiriendo se funde con aquello que está digiriendo. Mientras la circulación permite colectar alimentos de diferentes orígenes, la digestión los mezcla en una topología compleja, difícil de recrear en el mapa: la digestión no se detiene en lo que sucede entre la boca y el ano, sino que se expande hacia los diferentes procesos de cocinado y fermentación que se producen en diferentes emplazamientos de la ciudad y más allá de la misma. Una cartografía de la digestión de las ciudades implica seguir a los alimentos en sus diferentes transformaciones, entendiendo que las transformaciones a las que se someten no están únicamente sujetas a la acción humana, sino que son muchos los entornos y actores que los despliegan en una coreografía multiescalar.

No es casual que, cuando los arquitectos Andrés Jaque y Miguel Mesa se propusieron diseñar una casa que contribuyera a reparar la sobreurbanización de la rambla de Molina de Segura, esta adquiriera la forma de un hueco abierto, una boca-ano abiertos que recoge las lluvias en su ecosistema y las devuelve después a la rambla (Jaque et al., 2022), emulando así la estructura de los organismos más elementales pero más eficaces: una suerte de intestino reversible y bidireccional. A nivel arquitectónico, la casa –y por extensión, la ciudad—se concibe como un dispositivo de digestión, donde se desdibujan los contornos del afuera y el adentro: la apertura recoge las lluvias y las devuelve a la rambla y su cierre genera un ecosistema donde la biodiversidad pueda crecer también hacia adentro, como un pliegue recursivo.

Jaque, Andrés y Mesa, Miguel. Rambla-Climate House. Office for Political Innovation. Fotografías de José Hevia.

 

Desde un modelo digestivo, los alimentos dejan de ser meras mercancías que se desplazan de un lugar a otro, para ser agentes difusos que están constantemente transformándose y dibujando relaciones de frontera y contaminación con su entorno. Los hogares dejan de ser entidades discretas regidas por una economía, para ser nodos de relaciones más amplias guiadas por una ecología o, si se prefiere, una eco-logística. Cartografiar las líneas de digestión de las ciudades supone volver la mirada sobre las diferentes líneas de fuga que el modelo de circulación oculta. Se trata de identificar esas líneas de fuga y seguir sus transformaciones, desde su cuadriculado en el plano hasta su desvanecimiento en el aire.

 

Referencias

Amezaga, A., Orgaz, C., Castrillo, C., García, M., Morado, R., & Morales, E. (2019). El derecho a la alimentación en la ciudad de Madrid. Estudio preliminar sobre modelos, iniciativas y experiencias. Ayuntamiento de Madrid. https://www.madrid.es/UnidadesDescentralizadas/Calidad/Observatorio_Ciudad/06_S_Percepcion/SPCEstudiosSectoriales/ACohesionSocialyServiciosSociales/ficheros/Informe_de_resultados_2018_051_ASN.pdf

Corsín, A., & Franco, M. (2023, febrero 15). Madrid y la emergencia por covid-19. El País. https://elpais.com/espana/madrid/2023-02-15/madrid-y-la-emergencia-por-covid-19.html

Corsín Jiménez, A. (2018). Reclamar las infraestructuras. Medialab Prado.

Deleuze, G., & Guattari, F. (2015). Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos.

Foucault, M. (2003). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI.

(2006). Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France (1977-1978). Fondo de Cultura Económica.

Jaque, A., Mesa del Castillo, M., & Office for Political Innovation. (2022). Rambla-Climate-House, Molina de Segura, Murcia. AV: Monografías, 247, 66-71.

Latour, B. (2019). Dónde aterrizar: Cómo orientarse en política. Taurus.

(1992). Ciencia en acción: Cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de la sociedad. Labor.

Malm, A. (2020). El murciélago y el capital: Coronavirus, cambio climático y guerra social. Errata Naturae.

Mol, A. (2021). Eating in Theory. Duke University Press.

Steel, C. (2022). Sitopía: Cómo pueden salvar el mundo los alimentos. Capitán Swing.

Wigley, M. (2022, septiembre). The Excremental Interior. E-Flux Architecture. https://www.e-flux.com/architecture/digestion/487070/the-excremental-interior/

IRUZKINIK GABE

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Asier Amezaga & Iñaki Martínez de Albeniz

Los autores son profesores de sociología en la UPV/EHU y miembros de INNOkLAB. En su labor docente e investigadora, están interesados en trabajar con las sensibilidad material, especulativa e innovadora que ofrece el diseño.

Iñaki Martínez de Albeniz ha desarrollado gran parte de su trabajo en el ámbito la gastronomía, colaborando con el Basque Culinary Center y Diálogos de Cocina.

Asier Amezaga ha sido miembro de la cooperativa de investigación Indaga y participó en las redes de solidaridad que se tejieron durante la pandemia de COVID.

URBANBATfest11